miércoles, 18 de julio de 2012

Tell me... why?-Capítulo 7




Eran casi indescriptibles e innumerables el mar de sensaciones que me recorrían por el cuerpo, lo que pasó entre Inoo y yo fue estupendo, perfecto, mágico, no se como llamarle, solo sé que fue de lo más hermoso que pudo pasarme en el mundo y no me arrepentía para nada de ello, no lo hice nunca, la felicidad me embargaba por completo, cubría todo mi ser y empañaba esa oscuridad que me había albergado horas atrás, no existía nada en el mundo que pudiese arrebatarme la enorme sonrisa que conquistó mi rostro, eso pensaba…



Me levanté lentamente, el dolor en mi parte trasera se manifestaba después de una larga noche de amor, el haber tenido mi primera vez ya me estaba pasando factura, y  de que manera…
Aún trataba de asimilar que lo que pasó fue real, era demasiado increíble para mí que hubiésemos estado juntos de aquella forma, entregando todo de nosotros, demostrando nuestros sentimientos en un acto que fue más que supremo, algo único e indescriptiblemente hermoso.


Busqué a Inoo por toda la casa pero él no se encontraba, me asusté, pensé que podría haberle pasado algo, o peor aún, pensé que tal vez no le había gustado lo que pasó entre nosotros, temía que debido a su insatisfacción me había abandonado. Completamente abrumado por la inseguridad del rechazo y el abandono me dejé caer en el piso, rodeando mis piernas con mis brazos y escondiendo mi cabeza en estas, después de todo no iba significar nada en su vida, solo alguien a quien utilizó, alguien de quien tomó lo que quiso y luego desechó como a cualquier basura.
Se sentía fatal saber que la persona que robaba tus sueños por las noches y por la cual poseías un tremendo sentimiento de  amor (¿?) despreciaba tus sentimientos y las muestras de amor que le habías demostrado; porque lo que paso entre nosotros fue una de las mayores demostraciones de profundo amor que pude haberle demostrado jamás; y estos eran descartado de la peor manera, su abandono me pego duro, lloré por horas completas, el tormento apenas comenzaba…




Después de no se cuanto tiempo, un ruido me sacó de mis cavilaciones, me levanté del suelo, puesto que aún estaba sobre el, rápidamente me dirigí hacia la puerta, sabía que era él y deseaba estrecharlo para sentir la cercanía de su calor contra mi cuerpo. Cuando lo vi no pude evitar sentirme como la persona más miserable del mundo; estaba del brazo con una mujer y me miraba con una sonrisa casi diabólica en su rostro mientras que la mujer no dejaba de reír y le repartía besos en el cuello.


-ese es tu hermanito Inoo-chan?- preguntó la mujerzuela cuando se percató de mi presencia.


-¿mi hermano? jajaaja, no, es mi puta jaja- mi corazón detuvo su latir al escuchar aquello.


.-lo dices enserio?- preguntó divertida.

-lo es, o no Dai-ki, ajajajaja- sus risas me provocaron mucho dolor, dolía mucho confirmar que lo que hicimos unas horas atrás fue solo un maldito juego para él, más aún de manera en la cual demostró aquello.


-nee Inoo-chan, ¿que tal si nos divertimos los tres hoy?- preguntó aquella mujer acercándose para tocarme el pecho, a lo cual yo solo baje la mirada. ¿En verdad era capaz de hacerme eso?, ¿sería tanto el descaro de esos dos como para tratarme de esa manera tan humillante?, ¿para tratarme como un put* a quien coger y ya?



- ¿no te basta conmigo acaso?- preguntó él.



-no  es eso, es solo que este niño…-me recorrió completo con la vista- es muy tentador…sus labios han de ser muy suaves nee?- sin más me tomó con ambas manos y me besó, la muy maldita tuvo el descaro de besarme, incluso metió su lengua en mi boca, lo sentí horrible, y cuando fijé mi vista en Inoo el solo parecía estar disfrutando del espectáculo que su amante estaba montando. La furia se apoderó por completo de mí, él en verdad se regocijaba en mi  molestia, de mi angustia, pero más que nada estaba seguro de que disfrutaba de mi dolor, el dolor de sentirme como basura, de sentirme usado, de sentirme como su perra. No estaba dispuesto a permitirle hacer un imbécil de mí, asi que en lugar de alejar a esa mujer; como debía haber hecho; respondí a su beso, con una mano detrás de su cabeza hacia más profundo el beso y con la otra le apreté fuertemente sus glúteos sacándole un fuerte jadeo. La puse contra la pared mientras que descendía mis labios por su pecho; abrí su blusa y le subí el sujetador para morder con libertad sus pezones.  Me estaba dejando llevar cuando de repente sentí como en un fuerte agarre era separado de aquel cuerpo y tumbado al piso, fue Inoo. Me vio con furia para luego dirigir su mirada hacia aquella mujer, que esta estaba aún agitada y jadeante por lo que le había hecho.



-tomarás tú su lugar, me parece bien pero- dirigió su vista a mí – el niño no lo hace nada mal-sonrió con lujuria.



En ese instante pensé que terminarías por tomarla  delante de mí, es que ¿no te cansabas acaso de exhibirte de tal manera delante de mí?, tendría que seguir soportando como tomabas a alguien más, no podría tolerar de nueva cuenta semejante cosa. Estaba a punto de irme de ese maldito lugar y no presenciar algo que terminaría por aniquilarme, pero justo cuando me levanté para hacerlo me detuve.


-¡estúpida perra! ¿cómo te atreves  a seducirlo delante mío?-le gritó muy cerca de su rostro, asustándola y a mi también.


-pe-pero yo-


-¡¿tú qué?!- volvió a gritar muy enojado.


- yo solo… yo solo-


- ¿¡tú solo que!?-


- por favor no te enojes, yo solo tengo ojos para ti- rogaba ella.

- cállate-


-por favor Inoo-chan  disc-


- ¡TE HE DICHO QUE TE CALLES!-


Todo se volvió silencio.


La mujer seguía apoyada en la pared con Inoo delante de ella, viéndola con ojos asesinos y de vez en cuando me lanzaba miradas furtivas, como si pidiera de mi ayuda.
De repente Inoo habló.


-vete-


-eh?-


- quiero que te vayas, ahora-


- no, por favor, no te enojes si solo olvidemos esto y pasémosla bien juntos tú y yo-


- he dicho que te vayas-


- pe- pero ¿qué le digo a esa persona?-


- solo dile que hiciste lo que viniste a hacer-


No entendía absolutamente nada, ¿de qué hablaban?

- pero no puedo, si se entera de que no-

-¡no se va a enterar si no le dices! Solo haz lo que te digo-

- es que yo- el golpe que Inoo le dio a la pared con su puño cerca de su cabeza la hizo callar.

- ¡solo lárgate y no abras la boca ¿entendido?!-

Aquella mujer asintió  y marchó de la casa muy de prisa, no quería estar más cerca de él  seguramente, y no la culpo por ello.
Luego de su partida todo se volvió silencio, ninguno de los dos pronunciaba palabra alguna, ¿qué decir?, ya no le encontraba el sentido a preguntarle nada si todo estaba más que claro, solo me había utilizado, solo había disfrutado de  mi cuerpo, solo me trató como su perra.
Yo tampoco soportaba la idea de permanecer cerca de él sabiendo que no significaba nada en su vida, ya me había lastimado, había lastimado a alguien muy preciada para mi y lo peor de todo es que yo se lo había permitido, debía afrontar la realidad de una vez, una realidad donde no me quería, donde me odiaba, una en la cual estaba más que dispuesto a arruinarlo lo poco bueno que tenía y me rodeaba.

Seguro de mi mismo me dirigí hacia la puerta con toda la intención de irme, no deseaba pasar un segundo más de ese maldito infierno, llamado “residencia Inoo”, asi que sin esperar ni un segundo más salí de ahí, todo lo que quería era perderme por las calles de la ciudad, y tratar de pensar que hacer más adelante; parecía que en un abrir y cerrar de ojos mi existencia se volvió caótica, sin sentido y hasta bizarra, todo lo malo que puede pasarle a una persona en años me paso a mí en menos de 2 días y la verdad era que no tenía ni una pizca de claridad en ese momento, mi vida se volvió turbia, era solo un recipiente vacío, un zombie que caminaba sin rumbo en la fría noche, uno que no veía el tiempo pasar, que no lograba sentir cansancio, que solo se dedicaba a caminar y caminar, seguir hacia delante sin detenerse y menos prestar atención a lo que ocurría a su alrededor…


Caminé por horas, no supe cuantas exactamente, pero no sentía ni dolor ni cansancio, solo me di cuenta de que debía parar cuando mis piernas comenzaron a fallar, tenía calambres, y no era capaz de cargarme siquiera. Ed repente me sentí nuevamente abrumado por la soledad y el desconsuelo del desamor, tanto, que comencé a llorar, como imbécil llorando en una esquina, sin un alma cerca para ver el ridículo que hacía, no se cuanto tiempo estuve en ese lugar, no me importó realmente, solo me vencí al sueño después de descargar mis penas en gotas que brotaban de mis ojos como torrentes.



Después de tan horrible noche desperté en una cama, ni supe como llegue ahí, ¿dónde estaba?, no reconocía ese lugar, ¿alguien me había acogido? Pero no quería darle más vueltas y cabeza dolía horrores y ya sabría como llegué a tal lugar.
Traté de dormir un poco más, quería aminorar de alguna manera el dolor que se apoderaba de mi, tanto física como espiritualmente, al final tarde un poco pero logre conciliar el sueño, me deje llevar aun bello mundo de fantasías en donde  no existía nada malo pues lo tenía a él, soñé que estaba a mi lado acariciando mi rostro, besándome la frente y diciendo me lo mucho que me amaba,  era perfecto, ese mundo subalterno que se había creado mi mente era simplemente perfecto, sus caricias se sentían tan reales, sus besos… cálidos; en definitiva no hay nada mejor en el mundo que soñar, lástima que solo es eso, solo un sueño, puesto que la realidad era muy diferente, no había manera de que tal gentileza y cuidados vinieran de Inoo, menos hacia  mi, que ya me había dejado más que claro lo mucho que me detestaba y lo poco que le importaba…

Me despertaron unos ruidos provenientes de la cocina; supuse, pues se escuchaban los ruidos de utensilios chocar y un gran alboroto, quien quiera que fuese creo que no era muy diestro en el arte culinario, de solo escuchar tremendos estruendos uno podía dar fe de ello. Sonreí ante eso, pesando que aquella persona debía estar probablemente en un aprieto, y de imaginar lo que encontraría al ver todo ese desastre, me levanté y salí de la habitación y di a un pasillo, giré a la izquierda y el panorama se me hizo familiar, seguí avanzando sin poder creerlo seguí, fui hasta la cocina como tenía pensado y lo vi, ¿por qué? ¿Por qué? No dejaba de repetirse en mi mente, después de todo lo que pasó, ¿Por qué? ¿qué pretendía?

- ¿por qué?- volteo a verme- ¿qué pretendes con todo esto?


No decía nada, solo me miraba sin darme respuesta alguna.


 -después de todo lo que me haz hecho, ¿qué pretendes ahora trayéndome de vuelta aquí? ¿quieres seguir torturándome? ¿es eso?-


- yo solo…-


- tú solo ¿qué?-


- yo solo quería… *suspiro* yo solo quería que mi perra vuelva a casa- eso me heló la sangre.
Me llamó su perra nuevamente, no podía soportarlo, no quería escuchar semejante cosa, no quería significar tan poco para él…

- eres un malito…- susurré-¿qué derecho tienes de tratarme como basura?-


-que importa lo que haga contigo…- sonrió con malicia- a nadie le importa, y menos a ti, se que me deseas…-


-maldito enfermo ¡crees que dejaría que me toques!-


-lo harás, no importa lo que haga, lo que te haga, siempre escucha bien –dijo acercándose a mi- siempre te doblegarás ante mi ¿sabes por qué? Sencillo, porque me amas…


- te equivocas-dije efusivamente.


-sabes bien que no lo hago, ¿por qué otra razón sino te entregaste a mí?- comentó malicioso.


-yo no… - mordí mi labio fuertemente, tenía razón, como seguir negándolo, el maldito de Inoo  estaba en lo correcto, me había engatusado y hecho caer en su vil juego de seducción, seducción que impartía en mi para someterme…ya no tenía escapatoria.


- vamos Daiki, que esperas, ven a mis brazos… como la perra que eres…-

Aún cuando dolía que dijera eso, el deseo que tenía de tocar su cuerpo era incontenible, ¿cómo?, ¿cómo era posible que con tan solo esa mirada fuese capaz de envolverme de esa manera?, ¿cómo era posible que fuese tan débil?, al final él siempre tuvo razón, nunca fui más que una perra, asi fue como siempre me comporté… como su perra…






- vamos Daiki, yo se que tú puedes… hazme sentir bien…- me dijo seductoramente mirando mis ojos, a lo que solo asentí y proseguí a bajar mi cabeza quedando casi a la altura de su miembro, tomándolo con ambas manos; soltando él un suspiro; para luego dirigirlo lentamente hacia mi boca y lamer la punta de su erección con mi lengua, logrando que su cuerpo entero vibre.


- mhhm hazlo de nuevo…- dijo en voz leve.


Volví a sacar mi lengua y acaricie la cúspide de su extensión de nueva cuenta, con un poco más de confianza chupe su miembro con mis labios, apretando fuerte mientras que mi amante no dejaba de suspirar, debía aceptar que me encantaba proporcionarle ese placer, me gustaba complacerlo, me gustaba esa sensación de ser el causante de su  goce. Ambos estábamos en la habitación en la cual había despertado minutos antes, en la cama, completamente desnudos y yo en medio de sus piernas al tiempo que metía por completo su pene dentro de mi boca llegando casi a mi garganta al ser de tan peculiar tamaño. Sentía que iba a llorar, mi cabeza se movía con mayor rapidez y profundidad sobre su falo llegando por completo a la base, sus gemidos roncos llenaban por completo la habitación, si no es que la casa;  a pesar de sentir la sensación de asfixia, escucharlo gemir de manera tan escandalosa me tenía completamente absorto a todo lo demás, lo único que quería en esos momentos era seguir succionando su glande para hacerlo sentir bien, la vergüenza, el miedo, rencor, ese tipo de cosas quedaban en el olvido cuando estábamos en la cama, sus besos, sus caricias, gemidos, todos ellos hacían que olvidara por completo aquello y solo me concentrara en él, en rostro sudado y sus ojos pidiendo por más…

Con la respiración irregular y jadeante cambió de posiciones y  me besó adentrando su lengua en mi cavidad, absorbiendo mi saliva con sus labios, ese beso fue solo una distracción, una que usó para penetrarme con fuerza haciendo que me separará lo suficiente para gritar, me había dolido, sentí como su miembro arrasó mi interior, penetrando hondo y salvaje mi orificio, haciendo que incluso sangrara un poco, pero no me importaba, no me importaba en lo absoluto si lograba que tuviese  ese rostro de placer total. Tomó mis piernas y las levantó abriéndolas aún más para hacer más grande mi abertura y que cupiera en ella con mayor facilidad, sentía como su órgano caliente entraba y salía de mi cuerpo a una velocidad impresionante, haciéndome gritar desaforado. Comencé yo también a mover mis caderas al ritmo de sus embestidas, no quería quedarme atrás y menos si suponía que disfrutaríamos el doble con eso, y no me equivoqué, mi meneo nos proporcionaba una nueva clase de placer, ésta, se veía reflejada en nuestros ascendentes gemidos que, al menos en mi caso, hacían arder mi garganta de lo fuertes que eran, pero contenerlos era imposible a esas alturas.
Cansado de la misma posición salió de mi y me puso a cuatro, besó mi espalda con sutileza llegando hasta mi cuello, respirando en el, causándome un estremecimiento.


- que obediente eres dai-chan, me fascinas cuando eres así de sumiso- dicho esto chupó el lóbulo de mi oreja y con sus manos apretó con fuerza mis glúteos, moviéndolos con lascivia, dándoles un exquisito masaje y frotando uno de sus dedos a lo largo de mi hendidura, entrando apenas unos centímetros en mi abertura haciéndome suspirar deseando que lo meta por completo. De pronto sentí su hálito en mi parte trasera, sorprendiéndome, pero más aún cuando sentí sus labios besarla como cuando me besaba en la boca, inclusive usando su lengua, de un momento a otro a ésta  la sentía en mi esfínter haciendo que cerrara los ojos con fuerza y profesando un profundo grito de mi garganta al sentir su lengua juguetona dentro mío, moviéndose a una ligereza complaciente, sostenía fuertemente las sábanas y echaba mi cabeza hacia atrás al sentir todo aquello, la primera vez lo sentí dulce, pera esta era diferente, solo el placer gobernaba en aquel  momento y juraba que asi sería en adelante, aún teniendo eso en claro le cedí mi cuerpo por completo.

Estaba parado, apoyado contra la pared, de costado y una pierna en su hombro mientras que el sostenía mis caderas y se adentraba más y más en mí, gimiendo mi nombre y yo el suyo, manteníamos la vista fija el uno en el otro mientras clamábamos el intenso placer que estábamos sintiendo; acerqué mi rostro y lo besé con ímpetu, nuestros labios chocaban mutuos y juro que hasta aspirábamos el mismo aire por la intensidad del beso.
Se dejó caer al suelo y  yo coloque mis piernas a sus costados, el cansancio poco a poco nos invadía, y no era para menos, hacía más de 3 horas que llevábamos haciéndolo y las veces que nos corrimos en ese lapso de tiempo no llegaban a contarse con las manos, nuestros cuerpos estaban empapados en sudor pero aún así insistíamos en hacerlo. Me apoye en sus hombros y empecé a subir lentamente por su miembro apretando con más intensidad mi entrada a medida que lo hacía para luego dejarme caer súbitamente  hasta su base, los sonidos que hacían nuestros cuerpos colisionando eran muy sonoros y eso incrementaba el deseo de seguir. Perdido por completo en el placer  lo tomé de los cabellos, dirigiendo su cabeza a mi pecho, para que sus carnosos labios encuentren mis pezones y enfocarse en esa área desatendida, cosa que hizo en segundos, chupándolos, pasando su lengua por ellos, mordiendo con fuerza el derecho y sacudiendo enérgicamente el otro. Sentía como un hormigueo delicioso se arremolinada más y más en mi parte baja, dándome a entender que me correría nuevamente; me abracé a su cuello e incrementé la velocidad, aprisionando más su miembro en mi interior; quería que nos viniéramos juntos…
Con un fuerte grito derramé mi semen en su níveo pecho y el me llenó por completo de su semilla. Despacio, se recostó en el suelo, yo lo hice sobre su pecho sintiendo como su extensión seguía latiendo dentro mío. Nuestras respiraciones lentamente volvían a la normalidad y la temperatura de nuestros cuerpos bajaba, trató de salirse de mí pero no lo dejé, quería sentirlo dentro  un poco más, lo volví a recostar en el suelo, y me acomodé mejor encima suyo abrazándole por el cuello y dejando que el sueño me venciera poco a poco sintiendo como una mano acariciaba mi cabeza gentilmente antes de perder la conciencia…

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