martes, 17 de julio de 2012

Tell me...why?-Capítulo 6


Te quedaste unos momentos parado mirándome, como meditando que ibas a hacer, que ME ibas a hacer, el terror se apoderó de mi persona por completo, ¿que harías ahora?
¿me golpearías acaso? ¿lo harías hasta que matarme? ¿Me mantendrías cautivo… torturándome? Un sin fin de ideas rondaron por mi mente en esos escasos instantes en los que parecías matarme con tu mirada, tan profunda, tan siniestra, una mirada que lucía ante mis ojos como la más fría que me habías dado hasta entonces. Todo dentro mío se encontraba alborotado, me sentía tan perdido, no tenía ni la más certeza  de lo que sucedería conmigo, estaba asustado, completamente aterrado de ti y no sabía… no podía escapar…

Te acercaste a paso lento, me encaraste por un momento penetrándome duramente con tu mirada, me desataste de la silla y desasiste el nudo de la soga de mis pies, por unos breves segundos pensé que tal vez me dejarías ir, sin embargo, dejaste las cuerdas que aún sujetaban mis manos y me levantaste para tirarme en la cama, el objeto en el cual minutos antes habías cometido tan abominable acto. Me llené de coraje de tan solo revivir esas imágenes nuevamente, asi que traté de escapar, pero tú fuiste más veloz y más fuerte que yo y me capturaste de nueva cuenta, no  hice mas que desesperarme, más si es que eso era posible, ante mi infructuoso escape, no quería  seguir ahí, detestaba sentirme atrapado en esa habitación, una que se lleno tan rápido de recuerdos dolorosos y amargos, recuerdos tan oscuros que hasta hoy logro ver con claridad y me  hacen sentir una inmensa culpa.

No sé como ni en que momento, pero mis labios pudieron sentir al fin un poco de libertad y fue entonces cuando comencé a gritar.

- suéltame, ¡eres un maldito! ¡TE DIGO QUE ME SUELTES!- gritaba, una y otra vez mientras forcejeaba para librarme de tu agarre, pero me tenías muy bien sujeto, y al ver tu rostro, este parecía inmutable, no había nada ahí, ningún sentimiento, nada, estabas vacío, y pude vislumbrar en tus ojos un cierto brillo que no supe distinguir muy bien pero que estaba seguro nunca lo había visto antes…

- ya basta, por favor, déjame ir… - dije con una voz muy apagada.

- no quiero, no lo haré-  sonaste tan frío y cortante.

- ¿qué es lo que quieres eh? ¿qué me vas a hacer? Eres… eres un moustro!

- sí, lo soy-

-ya basta, deja de atormentarme- lo mire a los ojos con  lágrimas en los míos-  ¿qué quieres? ¿eh? solo dímelo, ¡Solo dime lo que quieres de mí y déjame en paz!

- a ti… te quiero a ti- me descoloque ante eso, ¿habías dicho que me querías a mí? ¿qué querías decir con eso?


Acercaste más tu rostro al mío, me rodeaste la cintura con un brazo y con tu otra mano tomaste mi barbilla, me miraste por unos escasos segundos y me pareció ver una media sonrisa que nunca supe muy bien que significó pero que me transmitió una calidez inexplicable. Tomaste mis labios con suma delicadeza convirtiéndolo en un contacto suave y dulce, haciendo que olvide por completo todo lo anterior, solo me concentraba en ti, en tu respiración acompasada con la mía mientras entreabríamos nuestras bocas para rozar nuestras lenguas juguetonas la una con la otra, suspirando por el beso tan exquisito que nos dábamos, tu lengua chocaba con la mía, entrelazándola, acariciando gentilmente toda mi cavidad y haciéndome experimentar el más delicioso beso que me habían dado en toda mi vida.
Cuando logré darme cuenta estaba recostado en la cama, tu  encima de mí mientras nos regalábamos caricias una y otra vez recorriendo todo nuestros cuerpos, pero al reaccionar lo aparté de inmediato rompiendo esa atmósfera  de dulzura y perfección que se había creado entre nosotros dos

- no puedo, no puedo…- musité por lo bajo.


- ¿eh? ¿qué sucede?- preguntaste un tanto sorprendido.

-Hana… ella.. no puedo… no… aquí…

-esta bien, como tu quieras-


Me diste un corto y dulce beso y luego te paraste para acomodar tus brazos y asi cargarme hasta la sala. Me situaste con cuidado en el sofá, volviste a besarme, pero esta vez con pasión, una que debo admitir, me encantó…
 Tu saliva era como un afrodisíaco, uno que me llevaba poco a poco  al límite de la excitación y si a eso le sumábamos tus caricias a mi piel, por debajo de la tela, que lentamente me proporcionabas… era demasiado.
Dejaste mis labios y me miraste, esas perlas profundas y penetrantes se posaron en mí por solo unos momentos pero a mi me pareció que duró toda una eternidad…
Me despojaste de mis prendas con  una facilidad increíble, recorriste centímetro a centímetro mi piel descubierta proporcionando besos por todos lados, mi rostro, mi cuello, mis hombros por donde dejaste algunas marcas de mordidas, mi abdomen donde hiciste lo que quisiste; ensalivándolo, mordiéndolo dejando marcas más que  notorias a la vista, descendiste hasta mi ya excitado miembro y no sin antes dedicarme una sonrisa lasciva, rozaste mi miembro con tus labios, sacando levemente la punta de tu lengua pasándola por mi extensión haciendo mi cuerpo vibrar ante tal provocación, satisfecho con lo que lograbas haciendo tan poco me sonreíste y sacaste esta vez si toda tu lengua y recorriste por completo mi erección logrando sacar de mí un sonoro gemido placentero…

Me desperté, y pude notar que era muy tarde, el sol ya se encontraba en lo alto; había tenido mi primera vez con Inoo había sido como siempre soñe… maravilloso…




No hay comentarios:

Publicar un comentario