miércoles, 10 de octubre de 2012

♥TakaDai♥


 Holaa tanto tiempo nee, gomen!
es que estoy en un estado en el que no puedo escribir nada de lemon! >_____<
por eso no puedo escribir los fics que tengo pendientes TT^TT
pero este oneshot que escrbí por el cumple de Vicky no tiene así que pude terminarlo rápido
espero que les guste y se entreregan un poco >///<
Besos!




Nuevamente lo tenía esperando, en la puerta de su edificio, decidido como siempre. Como detestaba su testarudez, ¿no podía simplemente dejarlo en paz al igual que lo hicieron los anteriores? ¿Por qué tenía que ser tan endemoniadamente persistente?
Justo cuando creía que sus constantes humillaciones y desplantes eran suficientes para ahuyentarlo, el mayor lo sorprendía de nueva cuenta con sus infaltables flores y bombones y por supuesto, el infaltable:
<<una cita es todo lo que te pido, te prometo que no te arrepentirás>>
Era tan pesado, no entendía como no se había cansado de todo aquello que le hacía, lo había insultado, le había golpeado e incluso lo hizo arrestar, pero cuando la policía se dio cuenta que era completamente inofensivo y solo atravesaba por un profundo enamoramiento hacia su persona, lo dejaron ir, y hasta le dijeron que si se esforzaba de seguro que conseguiría que lo aceptara. ¡¿Cómo podían alentarlo de esa manera?! ¿Es que no pensaron para nada en su seguridad? ¿No se les cruzó por la cabeza que podía desquitarse después de todo le que le había hecho? ¿No pensaron para nada en eso?, obviamente no lo hicieron, quedaron encantados con la “maravilla” de persona que era Takaki Yuya, absolutamente todos eran así, quedaban impresionados con su buena apariencia y buen vestir, con su galantería de antaño y su cortesía incomparable. Todos, amigos, compañeros, familiares, todos menos él. Ya había tenido suficiente de galanes de telenovela que aparentan ser sacados de tus más preciosos sueños cuando la realidad era muy distinta a esa. Cuando sólo eran patanes que quería aprovecharse de él y por muy indefenso y delicado que se viera, no toleraría bajo ningún punto de vista que ninguno de aquellos imbéciles hicieran lo que sea que se les antojara con él, no podía soportar la impotencia y el dolor de tener que pasar por aquello de nuevo, no estaba dispuesto a dejarse engatusar por un tonto con aires de príncipe como lo era Takaki Yuya. De ninguna manera lo permitiría. Pero ese tonto no podía simplemente dejarlo en paz y olvidarse de él, tenía que estar en la puerta de su edificio todos los días a las 4 pm como desde hacía ya tres meses, importándole un rábano si llovía o la temperatura estuviese muy baja, por todo ese lapso de tiempo había llegado puntualmente a su destino, impecable como siempre y hasta haciéndose amigo de sus vecinos de calle y edificio, que incluso abogaban más de una vez a favor del joven de cabello castaño; se los había ganado a todos ellos, menos a él, claro. Y es que, Daiki no creía ser tan fácilmente engatusable, ya no.
Vio la hora, 5:30 pm. Aún faltaba mucho para que se fuera, solía quedarse hasta las 8 de la noche siempre, y hasta podía ver como la gente de la zona, que ya lo conocía, le llevaba refrigerios para hacerle menos pesada la espera. “¿Cómo puede una persona caerle bien a tantas otras? ¿Tan irresistible era? ¿Tan grande era su carisma?” se preguntaba una y otra vez ante el innegable hechizo que aquel castaño había proyectado en los demás. Desistió de seguirlo viendo por su balcón y entró a su departamento, debía despejar un poco su mente y tratar de no hacerse tanta mala sangre con el tipo ese, lo ignoraría y haría oídos sordos al timbre que sonaba en el interior de lugar cada determinado tiempo, como si la persona que lo llamaba tratara de no molestarlo demasiado, pero aquella persona no entendía que con el simple hecho de volver ahí todos los malditos días de la semana, lo ponía frenético y muy molesto, hasta el punto de no querer salir a ningún sitio mientras lo estuviese esperando. Lo estaba limitando y detestaba eso, pero no deseaba encontrárselo y tener que escuchar sus falsas, asi como dulces, muy dulces palabras de amor. Lo estaba llevando a la locura del enclaustramiento y aunque estuviese exagerando con su actitud, lo asustaba, pero siempre trataba de convencerse de que era lo mejor para ambos, aunque ahora ya no parecía en nada un buen plan, pues se le vino abajo al ser testigo de la implacable persistencia de Takaki. Una persona como él no podía existir en el mundo, pero sin embargo lo hacía, y tenía que ser precisamente su persona quien lidiara con su perseverancia, su maldita e inagotable perseverancia.
Se apartó de la ventana, necesitaba despejar su mente con cualquier cosa, tal vez limpiaría su piso de arriba abajo y luego haría la cena, el lugar estaba muy descuidado y pensó que ya le hacía falta una buena limpieza.
Se puso manos a la obra.

No creía la mugre que encontró, más que haberla descuidado parecía que no limpiaba desde hacía años, el polvo de la sala, la grasa de la cocina, el sarro de las paredes de su baño, ¡aquello era un chiquero! Estaba muy enfadado consigo mismo al haber vivido en tales condiciones y ni siquiera haberse percatado de ello, pero lo estaba más aún con la persona que se encontraba abajo por ser el causante de tan bárbaro descuido. Volvió a pensar en él y miró el reloj en la pared de su cocina, ya eran pasadas las 9:30 pm, tardó demasiado en acabar con toda la suciedad, y recién se daba cuenta de la tormenta que se avecinaba fuera, las gotas de lluvia empezaban a caer con lentitud golpeando su ventanal. Lo más probable era que el tipo aquel ya se hubiera ido, no podía estar ahí, habían pronosticado tormenta durante la madrugada pero por lo visto se había adelantado, Takaki ni siquiera tenía un paraguas, al menos no lo vió llegar con ninguno entre las manos. Desganado fue hasta su balcón, la lluvia caía más intensamente y lo vió, aún permanecía ahí, parado a un costado, completamente empapado y hasta parecía que temblaba pues la temperatura había bajado gradualmente. No entendía su terquedad, esa no sería una lluvia cualquiera, ¿acaso estaba dispuesto a poner en riesgo su salud? ¿tan idiota podía ser?
De repente empezaron los relámpagos, Takaki se asustó y dió un brinco, al parecer les tenía miedo puesto que ahora Daiki podía notar más los temblores que producía su cuerpo. Sintió mucha pena de verlo así, en parte era por él y lo hacía sentirse mal, pero un poco solamente ya que consideraba que el idiota era el mayor por llegar a esos extremos. Dió un muy largo suspiro y se acercó más al barandal.

- hey! ¿es que no piensas irte?- dijo, y vió como el mayor agachaba la cabeza y miraba para otro lado, era obvio que significaba no. Con todo el pesar que su comportamiento producía en su persona le gritó- ¡sube!-
A Takaki se le paralizó el corazón al escucharlo, parecía inverosímil que el amor de su vida le estuviese invitando a su casa, asintió enérgico y fue hasta la puerta. El menor no podía creer que después de tanto y de haberse repetido miles de veces que lo ignoraría le hubiese dicho aquello. Le aviso al de seguridad que dejara pasar al otro y que lo acompañara hasta su departamento de ser posible. Espero unos minutos y escuchó el timbre, se acercó a la puerta y la abrió. Los colores se le subieron a la cara al ver la inminente sonrisa de Takaki y la mueca de complicidad del guardia.

- en hora buena Takaki-san, que tengan muy buenas noches- dijo el hombre sonriente y se despidió de ambos con una reverencia.

-no te quedes ahí, pasa- le dijo muy fríamente al mayor.

- ah! hai!-

-sígueme- le dijo y lo llevó hasta el cuarto de la lavadora. -sácate eso y ponlo a lavar, ahora te traigo algo para que te cambies y no te resfríes- estaba a punto de salir cuando Takaki le tomó de la mano.

-gracias- dijo.

-lo hago solo porque me diste pena, no te hagas ideas equivocadas en la cabeza- se soltó de su agarre y salió de ahí, por más que odiase admitirlo, su corazón le latía con mucha rapidez, ese contacto le había despertado algo dentro suyo. Pero no debía ser así, tenía que apartarse esa ideas tontas de la cabeza o terminaría como antes, no podía darse el lujo de caer nuevamente.

Busco en su armario algo que le quedara al mayor pero no encontraba nada, se cansó y simplemente agarró una remera que le iba un poco grande y un pantalón igual.
Fue hasta donde se encontraba y se ruborizó al verlo de espaldas y sólo en boxers, con las mejillas muy coloradas le dejó la ropa encima de la lavadora y se fue casi corriendo de allí. Su corazón latía desenfrenado, sentía que en cualquier momento le daría un paro cardíaco. Fue a la cocina y se echó algo de agua en la cara para refrescarse, de pronto se sentía muy acalorado.

Luego de unos minutos...

-emm disculpa, creo que me queda muy pequeña tu ropa- dijo el mayor algo apenado, Daiki al verlo no puedo evitar soltar unas escandalosas carcajadas.

-hahahahaha! hahahaha!- seguía burlándose del mayor, la remera le quedaba demasiado entallada y no le cubría ni el ombligo, el pantalón le parecía pescador ya que no le llegaba a los tobillos, se lo veía muy ridículo en verdad.

-basta-dijo con un puchero-no es gracioso-

- hahaha-seguía riendo Daiki- sí lo es, y por lo que veo, no te ejercitas tanto como parece- lo decía por los rollitos que se le escapaban de la prenda al mayor, y este al notarlo se cubrió con los brazos el estómago y se puso colorado.-ve al comedor, ahora llevo la cena- Takaki asintió y salió de la cocina.
Arioka pudo notar muy claramente los grandes glúteos del mayor al caminar, que esos kilitos de más tuvieron como efecto y de nuevo su corazón empezó a palpitar como loco. *¿qué demonios pasa conmigo? ¡ni que me gustara!* se reprochaba mentalmente.
Sirvió la cena para ambos y se sentó frente suyo sin decir ni una palabra.

Comieron en completo silencio, Daiki no quería decir absolutamente nada, estaba molesto y trataba de no pensar demasiado en las extrañas emociones que le provocaba la persona delante suyo. Por otro lado, Yuya estaba que se moría de la alegría, no sólo el menor había aceptado su compañía sino que además podía disfrutar de una deliciosa comida preparada por el amor de su vida, su sonrisa se ensanchaba más con cada bocado. Eso al menor le fastidió, ¿por qué sonreía de esa manera? Le sacó de sus casillas y comenzó a decir cosas que no debía.

-¡basta! ¡¿de qué tanto te alegras?! ¿por qué tienes que ser tan molesto? ¿Es que simplemente no me puedes dejar en paz? ¡Eres un enfermo!

Takaki abrió desmesurado los ojos y contuvo unas terribles ganas de llorar, esas palabras tan duras de Daiki le hirieron profundamente y sintiéndose el ser más odiado en la tierra dijo:

-discúlpeme Arioka-san ya no volveré a molestarlo, prometo que no me apareceré frente a usted nunca más- finalizó y se levantó apresurado para salir de ahí lo antes posible.

Daiki se sintió muy mal al ver sus ojos llorosos, y su semblante afligido, le había hecho mucho daño, en realidad no tenía por qué haber dicho tales cosas, sólo se enojo con el mayor porque se lo veía demasiado feliz, ¿eso era un crimen? Claro que no, había exagerado y lo había lastimado, lo hizo solamente porque… ¿por qué? Dijo lo que dijo y ya, lo lastimó por idiota, a aquella persona que siempre le llevaba regalos, aquel que siempre se quedaba esperándolo por horas, soportando frío, calor, todo, y lo hacía con el único propósito de que le diera una oportunidad, una mísera chance de salir a pasear, ¿qué tanto le costaba?.
Al darse cuenta de lo idiota que había sido, salió corriendo detrás del mayor y tratar de darle alcance. Llegó hasta la entrada de su edificio y le preguntó al portero si sabía por dónde se fue Takaki, este lo miró con muy mala cara; de seguro por creer que era él el causante del muy probable mal estado del castaño; y reticente le indicó el camino, incluso le alcanzó un paraguas ya que el clima afuera iba de mal en peor.
Arioka corrió en aquella dirección y pudo percibir, después de unas cuantas cuadras, la silueta de alguien que parecía ser Takaki, lo reconocía porque era la única persona que no estaba por ahí además de él y porque identificó su ropa, se apresuró más a darle alcance pero aquella persona parecía caminar cada vez más rápido, trató llamándole por el nombre y nada, tal vez por el fuerte sonido de la lluvia.
Aquella persona dobló en una esquina. Al llegar no pudo ver a nadie más en la calle, todas las casas parecían estar a oscuras, de seguro Yuya vivía en alguna pero ¿en cuál?
De pronto vio como una luz se encendía unas casas más adelante y tuvo la sensación de que podía ser la del mayor.
Era una casa normal, muy tradicional de hecho, tocó fuertemente la puerta por si no lo oía y espero unos cuantos minutos, estaba a punto de marcharse cuando le abrieron y pudo ver a un Takaki con el cabello muy mojado y alborotado vistiendo una bata de baño.
Por unos momentos no supo qué decir, ya había llegado hasta ahí y suponía que debía disculparse apropiadamente por su tonto comportamiento pero, las palabras simplemente no salían. El más alto mantenía la mirada baja sin saber qué hacer ¿por qué Arioka estaba ahí después de lo que le dijo?

- yo sólo venía a disculparme contigo, no debí decir cosas como esas-

- no Arioka-san, fue mi culpa por hostigarlo tanto como lo hice, usted tenía todo el derecho de decir lo que dijo-soltó muy evidentemente dolido.

- no, claro que no, te- un fuerte estornudo por parte del más grande lo interrumpió.

-disculpe yo ashu! ashu!-volvió a estornudar.

-¿estás bien?-

-sí, sí, lo que pasa es que estuve mucho tiempo bajo la lluvia jeje- Daiki se sintió culpable, fue por su causa que eso pasó.

-lo lamento- dijo cabizbajo.

- no se haga problema, de seguro con un baño y algo de té caliente se me pasa-trataba de sonar calmado.

-entonces déjame que yo prepare el té, sería una manera de compensarte-

-pero no hace falta, no tiene que hacerlo-

- por favor Takaki-kun- dijo suplicante.

- emm bueno si asi lo desea… pase por favor-

No podía creer lo que sucedía, su adorado Daiki estaba en su casa, minutos antes, después de aquella “destructiva” charla pensó que no lo volvería a ver nunca más, estaba dispuesto a desaparecer de su vida, pero ahora todo se había dado vuelta y no podía sino sentirse inmensamente feliz y agradecido por ello. Al salir del baño vio al mayor con dos tazas de té en la sala. Se sentó a su lado en el sofá, le dio las gracias por las molestias y procedió a beber el líquido.
Bebieron tranquilamente en silencio, algo que sorprendentemente no se sentía incómodo de ninguna manera, estaban perfectamente bien disfrutando la mera compañía del otro.
Aún cuando estaba bien con ese ambiente tan tranquilo, había algo que inquietaba a Daiki de sobremanera, necesitaba una respuesta. Y sin más decidió preguntarle al mayor.

- Takaki-kun, ¿podrías decirme qué es lo que te gusta de mí?-

- ahh emm bueno-eso lo tomó por sorpresa- en verdad no me gusta nada de usted Arioka-san-

- o___o ¿no te gusta nada de mí?-

- no, porque yo amo todo de usted-dijo con las mejillas muy pero muy coloradas.

Eso lo consideró tan tierno, esa persona en verdad no era en nada lo que parecía, como nunca se había tomado la molestia de tratar siquiera con él, se había hecho ideas erróneas en cuanto a su persona. Takaki no era aquel individuo supuestamente perfecto que creía, no era tan confiado ni tan encantador. Era una persona muy dulce, sí , pero el motivo por el cuál las personas parecían apreciarlo desde un primer momento, era por su transparencia. Sus movimientos podían ser algo torpes, y no era muy elocuente que digamos tampoco, pero era alguien que escondía absolutamente nada de sí mismo, se mostraba tal cual era, los demás podían ver claramente sus defectos y aceptaban gustosos tenerlo cerca por considerarlo demasiado sincero. Su honestidad era lo que hacía que todo el mundo a su alrededor estuviese encantado con él, y ahora Daiki también parecía haber caído en ello.
Al comprender mejor al hombre que tenía a su costado tuvo la necesidad de hacer algo loco.
Fue acercando su rostro al del mayor, pudo notar la sorpresa en sus facciones pero no le importó, siguió y siguió hasta llegar a esos hermosos y perfectos labios de Takaki, y los rozó con los propios. El más alto emitió un jadeo que hizo la necesidad de Arioka aún más grande y provocó que tomara sus labios por completo. Podía sentir el dulce aroma que desprendía su cuerpo y la suavidad de aquéllos carnosos manjares, se separó por unos segundos, lo miró a los ojos, y volvió a adueñarse de ellos pero con más intensidad. Se sentían tan exquisitamente bien, que inclusive abrieron sus bocas y dejaron a sus lenguas jugar la una con la otra, sintieron la humedad de las mismas, fusionándose con cada roce, la calidez invadirlos poco a poco. Era algo tan placentero que no pudieron evitar emitir suspiro tras suspiro ante aquel delicioso contacto. Takaki tomó el rostro de Daiki entre sus manos, acercándolo más de ser posible, mientras que el menor colocó sus brazos alrededor del cuello del alto. Y así permanecieron un buen tiempo. Se besaban en una perfecta sincronía que les causaba vibraciones recorrerles los cuerpos. Algo tan especial que se había dado de la manera más extraña, un corazón que evitaba fervientemente volver a caer en lo que consideraba, las terribles redes del amor, y otro que luchaba incansablemente por demostrar el suyo a una persona que se resistía a dejarse enamorar. Al final de todo Takaki había logrado alcanzar a aquella persona que tanto se oponía a sus demostraciones de afecto, al final, puedo hacerle ver que su amor si era sincero, todos lo sabían, y ahora el mismo Arioka parecía dar fe de ello.




 

1 comentario:

  1. Yahiii !!!!
    Ya te lo dije, muchisimas gracias!!! (=
    Sabes que me encantó, & bueno seguí asi.. porque te quedó hermoso!!...
    & etto~ con tu toke pervert. eso dió la marca de agua de que es escrito por vos! jaja ^^
    Buenoo~ ya dije todo!...
    Besoo!! <3

    ResponderEliminar